Apenas amanece ese martes, cuando comienza a gestarse el fin
de una historia de catástrofe para humanos y animales, que se inició hace unos
20 días; fue una madrugada cuando comenzó el incendio de un caserío en La Boca…
casas de chapas, cartones y maderas, de esas que vemos en Caminito y nos
enternecen con sus colores y su aire romántico, pero la feroz realidad es que
esas casas tienen apenas lo indispensable para brindar cobijo, tienen
instalaciones mínimas de gas, de luz, de agua, unos pocos baños en los patios,
a la intemperie; dicen que toda realidad supera la ficción, y acá, supera el
encanto de los colores y la mística que ellas implican… hasta el límite de dejarlos
en un absurdo ridículo, ó a nosotros, impávidos, como si hubiéramos abierto la
ventana que tras ese colorido vibrante, sólo puede descifrarse en grises,
ahogando todo bullicio, hasta llevarlo al más cruel de los silencios...
Lo cierto es, que al alba de hace unas pocas semanas, más de
la mitad de ese caserío desapareció con la voracidad de un fuego que nadie supo
como empezó, fuego que parecía no saciar su sed con sólo una parte… las llamas
avanzaban, intentando devorar todo a su paso, y casi lo logran, se llevaron la
mitad de los cuartos, un perrito y un pequeño gatín blanco que no alcanzaron a
salir y respetó las vidas humanas, por la acción de arrojo siempre al límite de
los bomberos voluntarios, que con siete dotaciones, se enfrentaron no sólo al fuego
sino al derrumbe de casi todo el lugar...
Los sobrevivientes, personas y animales, acomodaron sus
vidas, como pudieron, y como siempre pasa en estos casos, una comunidad de
gatitos quedó a la deriva, una pequeña gata carey cuya dueña entendió que todos
los animales habían muerto y por esa razón nunca volvió a buscarla, ni aún
cuando se enteró que seguía con vida, un enorme gatote gris y blanco…
considerado el “bravo” del lugar, macho entero de bellos ojos verdes, y un
séquito de gatas y gatos menores, que también huyeron del fuego como pudieron,
algunos se chamuscaron, otros simplemente volvieron al día siguiente, y como
parte de los sobrevivientes que eran del lugar, hicieron lo mismo que los
humanos, acomodaron sus vida como pudieron…
Desde aquel día, un alma noble, de las 150 personas que
vivían en el lugar, se preocupó por ellos, les dio de comer y se dedicó a ese
peregrinar desolador (del que ya hemos hablado otras veces, que va enredando a
la persona en una especie de impasible laberinto), que es el pedir ayuda para
un animal callejero, estos “casi” se habían convertido en eso, si no fuera
porque María se ocupó de confortarlos con un inusual cariño, que demuestra que
definitivamente es un humano del otro modo de vivir, antes de irse
día a día a su peregrinar: trabajo, búsqueda de casa (ya que su pieza había
quedado a medio quemar, le faltaba una pared y parte de la puerta) y búsqueda
de una solución para los pequeños que, también día a día cuando ella partía, se
acomodaban en un alero que como todo en el lugar, había quedado a medio
sobrevivir, pero donde daba el sol…
María se topó con las respuestas usuales en estos casos,
están lo que no reciben heridos, los que no reciben adultos, los que no reciben
cantidad, etc, etc, etc, respuestas variadas y creativas para quien solicita
tan sólo piedad para un animal en emergencia, hace una semana, el pedido llegó
al Hogar, una de nuestras voluntarias se comunicó con María, y pactaron para la
mañana de un par de días después el rescate.
Nos levantamos muy temprano ese día, nos vestimos con botas
resistentes, y nos preparamos para afrontar el hecho de ingresar una vez
más a un lugar difícil, porque luego de un incendio, las ruinas siempre e
indefectiblemente, nos hablan de lo que ya no está… pero hablan de un modo
cruel, cabal, sin una mísera pincelada de misericordia.
Si bien María es más que amable, el panorama no era
sensible, ni suave, ni amable, una atroz montaña de hierros retorcidos, maderas
ennegrecidas y el olor… ese olor tosco, bruto, salvaje… ese olor a quemado, que
se va impregnando en la piel, en la ropa… y en el recuerdo profundo…
Hubo que subir por una escalera a medio quemar, que daba al
alero y a lo que quedaba del cuarto de María, ella ya consiguió donde ir, pero
no estaba dispuesta a dejar el lugar, si los animalitos quedaban allí…
.- pero estos días de frío… como hiciste?!?!?!
.- dormíamos todos juntos y nos dábamos calor los unos a los
otros…
Sólo cuando nos retirábamos, María permitió a sus lágrimas
que den rienda a lo que sentía, perdió casi todo lo que tenía, su cuarto quedó
justo en la “frontera”, durante el fuego, ella misma, se salvó porque logró
salir antes de que su propia escalera fuera alcanzada por las llamas, se
envolvió en una frazada y corrió, al hacerlo, notó que la pequeña Lulú, quedaba
hecha un ovillito en un rincón de la pieza, aterrada por la situación no se
atrevía a salir, ella la levantó y la envolvió en la misma frazada que llevaba
sobre los hombros, así, juntas, abrazadas, dándose calor con la manta, vieron
desaparecer lo que había sido sus vidas hasta ese momento… y Lulú tuvo que
aceptar que ya no tenía casa y tampoco familia, pues a donde se muda María no
permiten animales…
Sandra y Lily, escuchan en silencio los relatos
varios, avanzan, al llegar al primer piso… ahí estaban todos, dos gatinas
pequeñas aún y preñadas, dos más adultas, cuatro machos… y Lulú…
.- ahí los encontramos, sobre el alero, mirando curiosos y
confiados, impensadamente, el enorme “macho bravo” se subió a los brazos de
Sandra -contaría Lily más tarde- ...parecía estar diciendo, “por favor, llevame
lo más lejos posible…”, y a partir de él, uno a uno, se metieron en las gateras
con una docilidad inusual, como aceptando el camino marcado por el macho alfa y
tal vez vislumbrando una vida distinta para ellos a partir de ese momento…el
fuego había cambiado sus destinos, ó tal vez se había metido en ellos, para
darles la oportunidad de ser bañados, castrados, bien alimentados y buscar una
familia que les arrope los cuerpitos del frío y las necesidades, pero fundamentalmente
que les arrope el alma de esos recuerdos…
Una pregunta flotaba insistente en el aire… es que a la hora
de dar asilo a un gatín siniestrado… nunca hay nadie?!?!?! …es que sólo hay
gente y gente a la hora de criticar si esto lo hicimos bien, ó si ellos lo
habrían –seguramente- hecho mejor…?!?!?!? …lo único cierto, la única realidad,
es que a la hora de ir a buscar estas almitas, sólo estaba nuestro Hogar…
Cuando salíamos, María nos alcanzó y nos dio una bolsa de
comida, quería aportar algo al rescate, Sandra le dijo que ya había aportado
bastante con el cuidado y el alerta, la bolsa quedó para otro… para otros que
lo necesitaran… Sandra habla todavía unas breves palabras con María, tratando
de reconfortarla… no sólo había perdido todo lo material, ahora debía afrontar
el duelo de dejar junto a los gatitos rescatados, a sus propios gatos…
En ese momento casi cuando partíamos, Lily miró algo al otro
lado de la calle y cruzó…
.-Que pasó…???
.- Vi esa vieja cadena que tiznada por el fuego y oxidada por el agua,
todavía cuelga de la puerta, me pareció que simboliza más de lo que es en sí…
.- Si… la vi también....
.- Me preguntaba si acaso la pobreza, no es a su modo, una
forma de esclavitud…?
.- Cierto, ojalá algún día, así como nosotros peleamos por
la igualdad, el cuidado, el respeto y el amor hacia todos los que rescatamos,
así como ellos dejan atrás el abandono, algún bendito día, pueda sentir, ver y
vivir, en una sociedad donde no haya ni cadenas invisibles, ni abusos hacia los
que más necesitan… sino puentes para que los crucen y empiecen una nueva vida…
Sabíamos que traíamos con nosotras a los sobrevivientes
felinos de la tragedia, aunque nos amargaba la limitación de no poder ayudar
también a los sobrevivientes humanos, al menos en sus primero pasos a una vida
mejor…
Volvimos a Lourdes inusualmente calladas, al llegar, bajamos las gateritas, los
acomodamos en dos gatiles contiguos, y la vete con dos voluntarias hicieron sus
fichas, les dieron alimento balanceado, el gatote gris, no sabía bien de que se
trataba, pero cuando lo olió se abalanzó y todos lo siguieron, agua fresca,
muchos cariños, luego se hicieron bollitos unos sobre otros, y durmieron por
primera vez relajados, durmieron, durmieron, durmieron…
Para compensar la balanza, (la vida se encarga de que así
sea), nos permitió observar hacia el mediodía un grupete de ocho bellos gatos,
ninguno estresado, ninguno en schock, algunos hasta “parlotearon” desde sus
lugares, pareciera que todos habían entendido que fue para bien, todos están
sanos, sólo un colorado, luego del baño y la revisación médica, se pudo ver que
tenía chamuscada la nariz… de todos modos, el estado general es bueno y la vete
dio luz verde a sus castraciones…
A todo esto, ya es pasado-el-mediodía, cuando Sandra y Lily,
se sientan con un café en el pulmón verde, era más hora de almuerzo que de
café, pero no... sus caras, su ánimo reflejaban mucho...
.- no, no, lo que vimos... no fue coherente, no fue
lógico, y no fue justo, para nadie...
.- pero es real...
...sus ropas, como los gatines quedaron tiznadas, el olor a
quemado todavía les vuelve áspera la garganta y la imagen desoladora del lugar
se ha instalado ya en sus recuerdos profundos, negándose a abandonar el
momento…
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