miércoles, 22 de junio de 2022
El miedo a los ruidos y las tormentas
Uno de los comportamientos indeseables que más frecuentemente se
observan en los animales son aquellos relacionados con el miedo a
estímulos tales como tormentas y ruidos fuertes. Ante tales situaciones
muchos buscan huir desesperadamente, destruyendo todo lo que obstruya su
paso, a fin de terminar con la sensación de terror que los embarga,
mientras otros buscan refugio en lugares tan insólitos como un placard o
una bañera. Algunos de los propietarios de estos animales se sienten
molestos, consciente o inconscientemente, debido a que según ellos sus
animales son cobardes. Otros sufren al percibir la sensación de temor
que experimentan sus animales ante estos estímulos. Sin embargo, tanto
unos como otros suelen desconocer las causas de esta sensación y mucho
más la manera adecuada de corregir su efecto.
Para
analizar las reacciones de temor de nuestros animales en forma general
resulta útil plantearnos la siguiente pregunta:
¿Qué sentiríamos
nosotros si ante una situación que nos agobia y nos produce gran temor
no pudiésemos hablar con otras personas o si nadie nos pudiese explicar
que algún estímulo que nos produce temor en realidad no nos dañará?
Lo
que seguramente ocurriría sería que actuaríamos de una manera muy
similar a como actúan nuestros perros, a menos que por un proceso de
habituación nosotros experimentáramos frecuentemente estos estímulos y
nos diéramos cuenta de que en realidad no nos dañarán. Pues bien, debido
a que los perros no hablan, éste es el único camino que tienen para
adaptarse a una situación que les causa temor.Antes de analizar las
reacciones de miedo a los ruidos fuertes y a las tormentas vale la pena
hacer dos aclaraciones:
Primero, es
necesario saber que si bien es cierto que un temor excesivo es
contraproducente, no menos cierto es que en condiciones naturales tener
miedo ante situaciones potencialmente peligrosas es normal e incluso
beneficioso para los animales y también por supuesto para nosotros, los
seres humanos.
Segundo, un dueño debe evitar
acariciar a su animal y hablarle a fin de explicarle que la situación
no es peligrosa. Tanto el tono suave de la voz como las caricias pueden
ser entendidas por el perro como un premio o una gratificación por su
comportamiento, es decir, por tener miedo. Por supuesto, lo que también
debe evitar hacer el dueño es castigar a su animal, ya que esta actitud
puede no sólo agravar el comportamiento en cuestión sino también
deteriorar el vínculo con el animal. Muchos propietarios de saben que
unos de los momentos más traumáticos que deben pasar sus animales
durante el año es el de las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Desde ya que
esto no se debe a las fiestas en sí mismas sino a los festejos con
pirotecnia. El temor a los estampidos producidos por la pirotecnia y
también por armas de fuego puede ser de origen innato o adquirido. Los
animales presentan una tendencia natural a sentir temor ante estímulos
intensos y además también son propensos a sufrir el fenómeno conocido
como sensibilización , por el cual "aprenden" a temer a ruidos de muy
baja intensidad. Tal es así que a medida que pasa el tiempo los animales
sensibilizados presentas reacciones de temor ante estímulos cada vez
más débiles o reacciones cada vez más intensas ante el mismo tipo de
estímulo.
En el caso de miedo a las
tormentas probablemente intervengan los mismos componentes que en el
punto anterior, es decir, lo innato y lo aprendido. Sin embargo, aquí
hay que destacar que los animales no sólo muestran temor una vez
iniciada la tormenta, sino también antes. Esto presumiblemente se debe a
la presencia de cambios ambientales, tales como un aumento de la
humedad y una disminución de la presión atmosférica, que asocian con una
tormenta.
Tanto en el caso del miedo a los
ruidos como a las tormentas, el objetivo es lograr que el animal que lo
padece logre superarlo o al menos se acostumbre a tolerarlo. Para ello
existe una técnica denominada desensibilización sistemática, que
consiste en exponer al animal a un estímulo capaz de provocar una
reacción de temor a una intensidad tan baja que esta reacción no se
produzca y así permitir que ocurra la habituación a ese bajo nivel de
estímulo. Luego la intensidad del estímulo puede ser incrementada
gradualmente, teniendo la precaución de no provocar una respuesta
emocional en él. Si este procedimiento se continúa hasta que el estímulo
en cuestión es presentado en su máximo potencial, será posible que la
reacción de temor desaparezca por completo.
En
lo que respecta a las tormentas se pueden utilizar grabaciones que
reproduzcan sus sonidos característicos, comenzando con un volumen bajo y
aumentándolo gradualmente a medida que transcurren las sesiones. En
este caso es imposible reproducir las condiciones ambientales existentes
durante las tormentas, por lo que obtener un buen resultado final no
siempre suele ser fácil.
En el caso del
miedo a los estampidos, se puede utilizar un arma de fuego con balas de
salva o elementos de pirotecnia y comenzar a una distancia tal que el
sonido emitido llegue a los oídos del perro a una intensidad muy baja,
para luego, con el correr de los días, disminuir la distancia de emisión
del sonido.
Por último, en los casos de
mayor gravedad será necesario utilizar una medicación adecuada a fin de
lograr tranquilizar al animal para después aplicar la desensibilización
sistemática. Desde ya el tratamiento a seguir debe estar en manos de un
médico veterinario generalista o de uno especializado en comportamiento
animal, quienes serán los encargados de prescribir la medicación
pertinente y de monitorear los resultados. Si bien la mayoría de las
consultas que reciben los veterinarios con respecto al miedo a los
estampidos se concentran entre el 23 y el 31 de diciembre de cada año,
lo ideal sería que los propietarios consulten con suficiente antelación
como para poder implementar un tratamiento curativo y no sólo paliativo.
Finalmente
es importante tener en cuenta el dicho popular que dice que siempre "es
mejor prevenir que curar" y por lo tanto tratar de exponer a los
cachorros desde edad muy temprana y en situaciones no traumáticas sino
placenteras a los estímulos que uno desea acostumbrarlos y así evitar la
aparición futura de comportamientos fóbicos.
Autor:
M.V. Claudio Gerzovich Lis
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