martes, 29 de marzo de 2022
La Zafra
Había
una vez… una abuela, que cuidaba un bello jardín, plagado de flores, ella era
casi como un hada del lugar, aunque sólo se reconocía como jardinera…
mis recuerdos comienzan allí, cuando era muuuuuy pero
muuuuuy chiquita…justo entre los verdes del bello jardín…
.- no mi niña, no se cortan las flores… son seres
vivos y a la planta le duele… pero los pétalos... ah sí… los pétalos son otra
historia, cuando la planta decide regalarlos a la tierra, podemos recolectarlos,
secarlos y así guardarlos para siempre… entonces, para siempre habremos
conservado de la planta una parte de su vida y el bien más preciado de todas
ellas… su perfume.
Aprendí por aquella época, que por siempre, entonces pueden
quedar escondidos, dando su suave y recatado aroma, ahí en el placard ó en el
cajón secreto ó en su escritorio, esos trocitos como de seda esperarán
pacientes, listos para sorprendernos cuando un día distraídos abramos “aquella”
caja de la abuela que todos habían olvidado…
Nací romántica, crecí jardinera, de adulta fui recolectora,
trabajé durante años y años en los campos del mundo, recolectando hierbas y
respetando flores.
Hoy vivo en una ciudad, siento la presión y la violencia de
toda gran urbe estrujando a diario mi corazón y razono que de algún modo he
vuelto a ser “recolectora”, a fuerza de dolor y ternuras…
Una vez en el jardín con la abuela, ayudamos a un pájaro con
un ala herida, el pájaro luego de unos días voló pero durante años volvió al
jardín a comer y a cantar…
.- y los animales abuela…??? son como las flores…???
.- unos y otros pequeña, son vida…ni mayores ni menores que
nosotros mismos, sólo distintos, todos ellos son formas de vida que ha pensado
el universo para deleitarnos y engalanar la tierra en que vivimos… cuando uno
cuida un jardín, un árbol, una planta… no se es simplemente un jardinero, se es
jardinero de vida... -decía con una convicción que no he vuelto a ver en años-
Ah…!!! los recuerdos de la abuela…. si pudiera por un
instante volver a aquel jardín…
… aunque hoy en la gran ciudad… siento que de algún modo, he
vuelto a ser jardinera, sólo que en lugar de pétalos “como de seda” esparcidos
cual regalos de cada planta, encuentro junto a ellas pequeños trocitos de
vida que otro humano descartó…
…como? vean: Aquí he
aprendido que muchos vemos cosas que los demás no saben, no quieren ó no pueden
ver… aprendí que muchos paramos donde otros miles han seguido de largo,
usualmente, la primavera y su alegre luminiscencia, se han vuelto una señal de
alarma, es cuando comienzan a nacer bebes de todas las razas, la teoría dice
que es la vida que renace, pero las gatas, ay! pobrecitas… a veces las gatas
son tan bebes como los pequeños mismos, con sólo seis meses de vida tienen su
primer celo y días después sus bebes, y a los veinte días, otra vez el celo y
otra vez los bebes, y a los veinte días…
...una gata puede tener hasta cuatro crías en un verano; si
el calor empieza antes, las confunde con las estaciones y pueden ser más...
Entonces, así como de pequeña miraba en los rincones del
jardín para recolectar los regalos que las plantas me dejaban a sus pies, hoy
miro en los rincones de los parques y recolecto aquellos bebes que todos han
descartado… triste destino… no el mío… no, no! El de quien en su vida, lo mejor
que puede hacer con otra vida es descartarla! Y peor aún, el de esos pequeños
que en una sóla acción humana pierden todo, hasta la esperanza de vida…
Cada vez con el corazón contraído, me pregunto: porque no
castraron a su gata? ...y sino que querían castrar, porque no respetaron el
curso de la vida y la dejaron criar sus bebes? ...porqué no buscaron para ellos
una casa apropiada? ...y si no los dejaron con la mamá… me asombra pensar, de
donde obtuvieron la fuerza necesaria para ir dejando esas vidas indefensas a la
buena de Dios…??? Los admiro con una cuota de espanto… no los detiene el bebé,
pero tampoco el viejito…
.- ey estás loco, como vas a dejar tu gato en la plaza…ey
vos!!!!
.- bancálo vos al gato viejo ese…!! …sabés lo que
cuesta?!?!?!?!!
...y el coche arranca…y sin diferencias, los viejitos, como
los bebés quedan en las plazas llorando la vida que ya no volverá… es entonces cuando me digo… es que nunca
pensaron que les puede un día pasar a ellos, porque si algo es seguro es que a
viejitos llegamos todos, y el Karma de la vida es la única fuerza que nadie
esquivará…
Y sin nunca pensaron todo lo anterior, tampoco recapacitaron
que si uno se jacta de estar al tope de la cadena trófica, conlleva privilegios
enormes que exigen iguales cuotas de responsabilidades???
Evidentemente -me digo para consolarme- nunca pensaron
tampoco que un trágico informe asegura que el hombre es la única especie que si
despareciera, beneficiaría al planeta…
.- en el jardín hay que caminar sin huella -decía la abuela-
la huella no le hace bien a la tierra, el pie tiene que ser ligero y la mano
con la tijera prudente, porque la tierra te da, pero la tierra también te pide,
siempre igual, siempre equivalente...
En la ciudad, con los años, he dejado de preservar aquellos
bellos y fragantes pétalos en la caja de secretos de la abuela, ahora preservo
en ella, los recuerdos del deber cumplido, grabando en mi mente esos ojazos
bellos y enormes y siempre asustados, que todo lo dicen… los levanto, los
conforto, los abrigo… llegan aterrados, en shock, hipotérmicos,
hambrientos…desconsolados! …y en cada rescate le peleo a la muerte el triunfo,
mientras me digo en secreto:
.- con empatarle me sentiría hecha…
…pero a veces no se puede, y cuando se lleva uno, lloro...
de bronca, de dolor, de tristeza pero fundamentalmente de impotencia… se pudo
haber evitado? Si claro, cada muerte en las calles es evitable, sólo sería
necesario que el hombre que dio el paso anterior al nuestro, hubiera
sido consciente… sólo eso… y cuando ganamos la batalla a esa muerte que
siempre acecha, la felicidad concluye también en no tenerlos, en verlos
con su familia, sentaditos como sonrientes en su almohadón, ni siquiera en
conservarlos, somos como el arco que disparó la flecha, ellos deben seguir su
camino y nosotros quedar en el nuestro…
Entonces, cada vez que me subo a un taxi con la cajita en la
mano (siempre al final termina siendo una cajita pedida en
quiosco-almacén-librería…una cajita), protegiendo una, dos, tres vidas
minúsculas (las que hayan quedado), que me miran sin entender todavía que les está
sucediendo, mientras les hablo bajito, vuelvo a sentir la satisfacción del
deber cumplido, de alguien que sabe que está en la cima de la cadena trófica,
puesto de honor que nos da la vida, donde respeto a todos, aunque no entienda a
muchos, protejo al débil y aún con el corazón en pedacitos, pero firme hasta
que el mundo entienda, no dejaré de sentirme acongojadamente orgullosa de
volver siempre a cargar una cajita, donde sea y cuando sea, porque en
definitiva nunca dejaré de ser, una jardinera de vida.
Lady Mía U., voluntaria lourdesiana... y escritora!
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