Hola amigos!!!
Soy
Minerva! Ja… que nombre me pensó Sandra como lourdesiana…!!! La Diosa
de la Sabiduría… claro que el comienzo si bien fue de alcurnia, no fue
tan feliz, les cuento…fui la gata e un colegio muuuuy importante, viví
allí casi todos mis 3 años de vida... y aunque ahora me pregunto si
realmente lo fui, así, de verdad, en aquel momento me sentía hasta
orgullosa de pertenecer a esa entidad educativa….
Sip… así fue! Viví y
serví en el colegio para lo que necesitaron, fui atenta, mimosa,
vigilante, ahuyenté murciélagos, me mostraba feroz con los
extraños y tierna con los chicos que allí estudiaban, pero el tiempo
pasó, las cosas se complicaron, y parece que ahora ya ninguno de ellos
se acuerda de mi… ni siquiera mi rescatistas que era la única que yo
consideraba amiga y que una vez por semana me traía comida… sí amigos,
yo me sentía orgullosa de que una vez por semana me dieran de comer…
El resto? Bueno, parte de mi presente es consecuencia directa de aquel comer lo que podía y cuando podía…
Yo
buscaba por todo el predio, caminaba y buscaba, buscaba hasta que
encontraba, a veces algún resto de sanguchito que dejaban tirado los
chicos, otras algunos huevitos de pájaro.. si, sí, ya se lo que están
pensando… pero yo tenia hambre y los huevitos no ofrecían resistencia,
por lo que me trepaba al árbol y tuc… me robaba un huevito…
En
efecto la escuché al Dr Gustavo que es quien me opero, explicar que lo de
la nariz, es consecuencia directa del tema de los huevitos… el popó de
las aves, parece que hace estragos en las narices muy blancas, pero yo
tenía hambre y lo solucionaba del modo que podía, ya que nadie salvo
Caru se acordaba de darme algo de comer una vez por semana …
…aunque Caru es hoy también parte de mis cavilaciones, tan buena amiga que fue… y pareciera haberse olvidado ella también de mi…
El
resto, bue… sólo fue consecuencia del día a día y el sol, soy blanca,
muy blanca, y el sol no es bueno para mi piel, pero yo vivía en una
ventana, donde había crecido una enredadera y entonces fabriqué allí mi
refugio, donde no me alcanzaban los perros del predio ni los niños de
juegos extravagantes de los que más de una vez sufrí las
consecuencias...
…el resto del día vagaba por el parque y los patios.
Un
día… plop… apareció como de la nada un lunar, con los días creció, se
hizo bolita… bola… se convirtió en tumor, parece ser que nadie lo vió,
entonces nadie pudo ayudar, llegó a tener casi el tamaño de un
huevo…tomó mi oreja, y fue más adentro aún. Me causaba dolor, molestia,
picaba, y si me rascaba, sangraba mucho, se enganchaba cuando quería
saltar a algún lugar, por lo que perdí parte de mi movilidad, comí menos y me puse muy flaquita…
Una
tarde de invierno, que el sol había convertido en casi primaveral, Caru
me acariciaba, cuando notó que grande estaba mi lunar-tumor, se
preocupó y contactó al Hogar , que arreglaron mi rescate, yo me
asusté, no conocía otro lugar que el predio y no me gustaba eso de
mudarme… Caru me explicó…
Dos
semanas tuvieron que pasar todavía, hasta que los horarios de ambos
coincidieron, ese día la vi acercarse a Caru, me tomó en brazos, me
acarició y se despidió, yo nunca pensé que era para siempre, tuve la
ilusión de volverla a ver algún día…
…y
así, en una gatera, con la oreja muy dolorida y bastante asustada
llegué al Hogar casi de noche, me acuerdo bien de ese momento porque
hubo algunas cosas que me llamaron la atención.
Primero,
la dulzura de Sandra, ella no frunció el hocico (ay perdón, me olvido
que en humano se dice boca) pero bueno, no la frunció cuando vió mi
estado, sino que me abrazó y acarició como si fuera la gata más bella
del mundo.
Segundo, los gatitos lourdesianos que reciben a todos los
que llegamos con tanta calidez, nos acercan alguna comida, nos muestran donde está el agua, nos hacen conocer el lugar, tan amables , que me hizo repensar a ciertos humanos que conocí en mi vida…
Tercero,
ay.. sí, esto fue también muy importante, llegué en noche de luna
llena, la luna saben, acompaño muchas de mis noches de aislamiento, fue
compañera, confidente y camarada de soledades, cobijó mi viaje hasta
aquí, me ayudó a superar el momento, y tan amiga fue que para que no me
sintiera sola, y lejos de casa, se mudó al pulmón verde del Hogar, aquí
también alumbra y vigila paciente mientras despliega toda su plateada
energía.
El
resto… la verdad no se que contar que no suene difícil, extirparon mi
tumor al otro dia de mi llegada, pero el vete dijo que había más que quitar,
es triste decirlo, pero lo “más que quitar” fue mi oreja, y parte de mi
nariz…
Hoy
reposo con buena comida, agua fresaca y muchos mimos, en lo que las
chicas llaman muy seriamente “incubadora”, y si bien me da cosita que me
fotografíen así, nuestra traductora me explicó que es útil que me vean y
sepan que cosas terribles no pueden pasar por descuidos humanos.
Desde
que llegué y estos días más, Sandra y sus ayudantes me toman a diario
entre sus brazos y me preparan para una vida de amor, desde mi "casita
de cristal", veo una vez más la luna llena, una vez más se asoma y me
acompaña, plácida, filósofa, me mira, sonríe y me deja saber que hay un
futuro mejor, que no está lejos, que mi oreja y mi nariz cicatrizarán y
tendré oportunidad de una nueva vida, pero esta vez en familia, me ha
prometido que a donde vaya ella vendrá conmigo y eso me da confianza,
hoy vuelvo a sentir esas ganas de vivir que en la ventana del colegio
por un momento creí perder, esa chispa de su brillo que hoy ilumina mis sueños de hogar.
Gracias, Minerva
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